Arte

Maestros Latinoamericanos

Nacido en Medellín, Colombia en 1932, inició su actividad artística en 1948 como ilustrador para el periódico El Colombiano, de Medellín. Celebra su primera exposición individual en Bogotá en 1951. Al año siguiente viaja a Europa, matriculándose en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Entre 1953 y 1955 estudia pintura al fresco en Florencia.

En 1958 es nombrado profesor de pintura en la Escuela de Artes de la Universidad de Bogotá, donde residió hasta 1973. Ese mismo año viaja a Paris, fijando allí su residencia definitiva. En los años setenta se dedicaba casi exclusivamente a la escultura, volviendo a pintar a partir de 1978.

El tratamiento exagerado en su proporciones de la figura humana constituye la principal característica de su obra, que igualmente refleja un sentido del humor y un cierto toque anticlerical. Ha realizado numerosas exposiciones individuales en Europa y América

 

Diego Rivera nace en Guanagusto, México en 1886. Estudió en la academia de San Carlos, en 1906. Recibió una beca del gobierno y viaja por Europa. Durante esta primera etapa en Europa sufrió diversas influencias del Post-impresionismo y del Simbolismo. Desde 1911 a 1920 vive en París donde recibe influencias de Mondrian entrando en un periodo cubista, relacionándose con la vanguardia parisiense.

Creó un nuevo estilo utilizando el Muralismo como un arte público que alentara los ideales revolucionarios gubernamentales de su país, al que regresa como encargado gubernamental de relaciones con el arte. En 1922 realizó su primer mural, recibiendo de inmediato el encargo de edificios públicos, destacando dentro del movimiento llamado Renacimiento Mural Mexicano. En 1927 visita la Unión Soviética y trabaja con artistas moscovitas, formando el grupo Octubre. En 1924 se casa con la artista Frieda Kahlo.

A principios de los años treinta, viajó a los Estados Unidos, donde le encargan 3 murales en San Francisco y le dedican una exposición antológica en el Museo de Arte Moderno. En 1932 realiza el ciclo mural para el Detroit Institute of Arts. Muy polémico fué el mural pintado para el Rockefeller Center de Nueva York por incluir un retrato de Lenin. Al negarse a suprimirlo, La pintura fue destruida y posteriormente restaurada para el Palacio de Bellas Artes de México.



Joaquín Torres García nace en Montevideo, Uruguay, en 1874. En 1892 se traslada con su familia a Barcelona, estudiando en la Escuela Oficial de Bellas Artes y en la Academia Bacxas. Entre 1903 y 1907 trabaja junto al arquitecto español Antonio Gaudi en la realización de las vidrieras para la Sagrada Familia de Barcelona y la Catedral de Palma de Mallorca.

Al año siguiente pinta una serie de frescos en las iglesias de San Agustín de Barcelona y la Divina Pastora de Saniá. En 1910 viaja a Bruselas con el encargo de decorar el pabellón uruguayo de la Exposición Internacional, visitando despues París, Florencia y Roma. En 1903 realiza los frescos del Salón San Jordi en Barcelona y aparece su primer libro teórico, Notas sobre Arte.

En 1920 viaja a Nueva York, conoce a Dechamp y expone en el Whitney Studio Club. De regreso a Europa se instala en Italia y despues en París, donde junto a Michel Serephor, funda la revista y el grupo Cercle et Carrí, que promovió la celebración de la primera Exposición de Arte Constructivista y Abstracto.

En 1934 abandona España dirigiendose a Montevideo, donde funda la Asociación de Arte Constructivo. Al año siguiente publica el primer número de la revista Circulo y Cuadrado, que será vehículo de sus ideas.

En 1939 publica su obra autobiográfica, Historia de mi vida, y en 1944, el libro Universitario Constructivo. En ese mismo año funda su estudio, Taller Torres-García, en el que él y sus alumnos realizaron 27 murales constructivos portátiles en el Hospital San Bois de Montevideo, que quedaron destruidos en 1978 en un incendio en el Museo de Arte Moderno en Rio de Janeiro.

Después de su muerte se sucedieron por todo el mundo las exposiciones retrospectivas de su obra.

Fue Aristóteles quien sostuvo que el hombre es, por naturaleza, un animal político. Dos milenios ídespués, Antonio Berni (1905 - 1981) supuso que todo arte y todo artista son, en última instancia, políticos; y que, por lo menos, "todo arte admite también una lectura política", según dijo alguna vez.

Discutible o no la definición aristotélica, lo cierto es que la obra multiforme y vasta de Berni, constituye un exponente incuestionable de arte político de arte, el más valioso de la Argentina y uno de los más importantes de América Latina, donde Berni alcanzó la estatura de los maestros. En rigor, es él quien inicia el arte político en Argentina. El propio Berni ha señalado: "En mi caso, lo reconozco, pienso que la lectura política de mi obra es fundamental, que no se la puede dejar de lado, y que si se la deja, no puede ser comprendida a fondo; es más creo que una mera lectura esteticista de mi obra ser’a una traición". Pero, ¿ qué es esto de arte político? Desde luego no es —como ocurrió y aún suele ocurrir— una forma de propaganda realizada en favor de un partido sino el cuestionamiento de las injusticias y desigualdades de la sociedad, formulado desde una óptica solidaria y humanista. El verdadero arte político es fundamentalmente ético; o bien, lo político de Berni expresa, una ética, una ética de las relaciones sociales que él entiende debe asentarse en la equidad y la fraternidad. El artista no debe estar por encima ni por debajo de la sociedad: debe estar dentro de ella; hombre y ciudadano, es además un indispensable agente social del cambio. Desocupados 1934: Berni es el primero en plantear el arte político en la Argentina: Manifestación (1934), Desocupados (mismo año; rechazado por el jurado del XXV Salón Nacional), Medianoche en el Mundo (1936-37). Los títulos bastan para conocer los temas. Hay siempre un dibujo ceñido, elocuente, de trazo resuelto, sin espectacularidades ni ostentaciones; los grupos humanos invaden el lienzo como una suma de individualidades, no como una masa amorfa e impasible; cada personaje, cada rostro, es un estudio singular, hasta que el conjunto obtiene, por la sorprendente combinación de colores, por la disposición de las figuras, por el juego de los planos, por el clima severo, una armonía rotunda. "Ser artista es una de las mayores formas de ser libre", decía Berni. Y también: "Si no hay amor que transmitir, no hay pintura, no hay arte, no hay nada". Y además: "El verdadero artista y el verdadero arte de un pueblo es aquel que abre nuevos caminos impulsados por las cambiantes condiciones objetivas. Dejan de serlo los que pasan y obran segœn el clisé establecido, aferrándose a formas pasadas y caducas, que no obedecen a ninguna realidad artística ni social.

Recibir, elaborando; importar, transformando, es la manera de construir lo propio". Son declaraciones que resumen los puntos cardinales de la numerosa producción del maestro. Al margen de tendencias y vanguardismos, generó, un arte de avanzada , que le pertenecía por entero; o, si se quiere, él fue su única corriente y su única vanguardia. El amor y la libertad constituyen el nervio de su discurso, porque ambos valores presiden la dignidad humana, que él buscó defender, sin demagogia y sin pedantería, por medios genuinamente creativos. El Caballito 1956; El amor y la libertad hicieron de Berni un artista político, es cierto, pero él supo siempre rayar con la poesía, una poesía donde cohabitaban la ternura, el humor, la piedad. Su fórmula de "recibir, elaborando", y de "importar, transformando", es una versión más del regionalismo figariano: ni desdén ni sujeción a los modelos externos; el aporte debe ser incorporado, adecuándolo a las exigencias del artista, y fundiéndolo con sus lenguajes universales. De manera análoga, el artista no
El caballito, 1956
debe aislarse de lo que Berni llamó las "cambiantes condiciones objetivas", y nosotros denominamos condiciones de producción. Su obra entera es evidencia de ello.